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7 de septiembre de 2017

Jueves 7 de Septiembre de 2.017

Evangelio:

San Lucas 5, 1-11

Oír la Palabra de Dios

Luk 5:1 Agolpándose sobre Jesús la muchedumbre para oír la palabra de Dios, y hallándose Él junto al lago de Genesaret,
Luk 5:2 vio dos barcas que estaban al borde del lago; los pescadores, que habían bajado a ellas, lavaban las redes.
Luk 5:3 Subió, pues, a una de las barcas, que era la de Simón, y le rogó que se apartase un poco de tierra, y, sentándose, desde la barca enseñaba a las muchedumbres.
Luk 5:4 Así que cesó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro y echad vuestras redes para la pesca».
Luk 5:5 Simón le contestó y dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada; mas, porque tú lo dices, echaré las redes».
Luk 5:6 Haciéndolo, tomaron una gran cantidad de peces, tanto que las redes se rompían,
Luk 5:7 e hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron, y llenaron las dos barcas, tanto que se hundían.
Luk 5:8 Viendo esto Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador».
Luk 5:9 Pues así él como todos sus compañeros habían quedado sobrecogidos de espanto ante la pesca que habían hecho,
Luk 5:10 e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Dijo Jesús a Simón: «No temas; en adelante vas a ser pescador de hombres».
Luk 5:11 Y, atracando a tierra las barcas, lo dejaron todo y le siguieron.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Oír la Palabra de Dios

Tú, joven bautizado, en quien Dios, Jesús, ha depositado su confianza en ti, tal, que después de oír la Palabra de Dios, Jesús te pide que subas a la barca, que hagas tu vida y, que con tu vida, pesques muchas almas que ansían la LIBERTAD, la vida feliz de dejar la ignorancia, y saber, de verdad, qué es la vida, ¡de qué va!, cuál es el propósito de la misma.

Al oír la Palabra de Dios, lo sabrás, mi joven amigo, audaz en subir a la barca, en entrar a alta mar y echar las redes, por tu fe en Cristo Rey, y rescatar de la vida en las profundidades de la depresión, por no tener timón, a los hombres de poca fe, que se hundieron por sus pasiones; y tú, ¡joven valiente!, amigo de Cristo Rey, por Él, por obedecer a Jesús, tú, joven, eres el cebo que Dios utiliza para que las almas regresen a la luz, y abandonen sus pecados, porque ven que tú puedes, que puedes amar de verdad, amar como Dios ama, con caridad sobrenatural. 

Joven amigo, joven amiga, a ti, jovencita, que cuando pienso en ti, tu pureza virginal, como la de la Virgen María, me haces recordar tanto a Ella, a esta joven judía, que como Dios, me tiene robado el corazón; y por Ella y con Ella, hija de Dios, te quiero tanto, niña buena, que imitando a María, vas con tu pureza, de estandarte, luchando para que el Reino de los Cielos se proclame; y junto a ti, y contigo, haces fuerte al joven amigo que te ve, al hermano de sangre, que te observa y te admira. La renovación del mundo, está en manos de las hijas de María, de las vírgenes que quieren casarse y, mientras no se casan, mientras no encuentran al amado, ellas saben vivir, solas, su vida, sin necesidad de esposo, porque no van a venderse al que las persigue, sino que esperan fielmente, al “San José”, que como a la Virgen María, las cubrirá de alegría, la alegría de poder vivir juntos y unidos, otro día, por los lazos del matrimonio, la belleza auténtica de las obras de la fe, unidas en dos que quieren servir a Dios. 

Este mes, van muy bien los evangelios, para meditar sobre ti, joven, tú que quieres casarte, pero aún eres joven y debes esperar a tener más edad, o que teniéndola ya, debes esperar hallar a tu verdadera alma gemela, ¡que existe! Ya os contaré. 

Os dije el mes pasado, que el varón es el más responsable de que las cosas vayan bien en el santo matrimonio; pues este mes, que va para los que, teniendo vocación al santo matrimonio y aún no han hallado su alma gemela, os digo que la mujer es la que puede, con más precisión, ayudarse ella y ayudar al varón a no equivocarse; porque al hombre, por su pasión, puede nublársele la mente y puede perderse. Tú, mujer, ayuda con las obras de tu fe, de la pureza de tu cuerpo, y la decencia en toda tu presencia; ayuda al joven, amigo, hermano, vecino, compañero de estudios, de trabajo; ¡ayúdale a preservarse de pecar!; ayúdale a que desee hallar una mujer buena y fiel, como lo son todas las verdaderas hijas de María. 

La pureza, la castidad, la virginidad, es para el hombre y la mujer, ¡para los dos!, para que disfruten de la vida de juventud, que tiene muchas alegrías, si uno-a  no se obsesiona con su cuerpo; si lo respeta, si no se observa para lujuriarse, ni con otra imagen, ni consigo mismo-a, y que no se acaricia, ni se masturba, ni busca la perturbación de sus sentidos, pensando en obscenidades ni en deleites, que sólo pertenecen a los que, libremente, se han unido en el sacramento matrimonial, empezando una vida conyugal. Ya os contaré por qué, ¡mañana! 

Hoy te doy las gracias a ti, jovencita, a ti, joven, por tener fe, por aceptarla y vivir para luchar por el Reinado de Cristo Rey, y enviarle flores, que siembras en tu corazón y allí viven, a María Reina; porque el Reino de los Cielos es para ti, para la juventud pura, honesta, ¡buena! 

Confío en vosotros. ¡Os necesita Dios! 

Dad un paso al frente, los valientes con corazón puro, que quieren un mundo nuevo, el mundo del Reino de los Cielos, ¡ya en la tierra! 

Dios, con vosotros, lo puede todo. ¿Quieres ser instrumento divino? No tendrás revelaciones, ni visiones, ni se levantarán sillas u oirás voces, sino que las palabras de la Sagrada Biblia, aprenderás, y en ellas y con ellas, oirás la Palabra de Dios, que te llama para poblar el Reino de los Cielos, si todo lo haces por su gloria, para mayor gloria de Dios, que tanto te ama. 

¡Ven, alístate para ser soldado de Cristo Rey! 

¡Cómo te amo!, ¡¡¡Dios!!! 

Soy tan feliz, de tu fe en Aquel que te salvó, en Cristo Rey.

P. Jesús

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