Domingo 31 de Julio de 2.016
Evangelio:
San Lucas 12, 13-21 Cuidado con la avaricia Luk 12:13 Dijo a Jesús uno de la muchedumbre: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia». Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
Cuidado con la avaricia Dios, Jesús, no era un juez o encargado de los asuntos administrativos, sociales. Él mismo lo dijo: “-Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros?” Y siguen muchos, queriéndole como un juez de vivos; pero Dios, Jesús, vino a cumplir la Ley de Dios, y juzgará, sí, pero después de morir. ¿Eres tú, avaro? Porque Dios, Jesús, nos pidió: “Guardaos de la avaricia.” La avaricia puede estar disfrazada en el consumismo: “¡todo mío!” Hablemos de la avaricia, de esta codicia y avidez de riquezas. Algunos, ¡venden a sus propios padres, por su avaricia! Y muchos niegan la vida a sus propios hijos, por avaricia. La codicia te lleva a desear y apetecer ansiosamente y en exceso, la posesión de bienes, riquezas, fama, dinero. Este pecado es el que va delante en el «ranking» de todos los pecados. No, no es la fornicación o el adulterio, el primero de los pecados actuales, sino que el ¡no va más! de los pecados de hoy, es la AVARICIA. Dichosos los de puro corazón, ellos encontrarán a Dios. No se puede servir a Dios y a las riquezas. ¿Para qué quieres tanto, para gastar más? Necesitas ser amado-a, aceptado-a en el mundo, ¡ser alguien!, tener fama, aunque sea en tu pequeño pueblo, en tu barrio, entre tus hermanos de congregación o grupo católico. Sí, sí, ¡hablo también para ti, que eres católico!, que sin darte cuenta, estás siguiendo las directrices paganas: ¡tanto tienes, tanto vales! Y ¡¡noooo!!, tú vales la Sangre de Cristo. P. Jesús © copyright |