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31 de julio de 2016

Domingo 31 de Julio de 2.016

Evangelio:

San Lucas 12, 13-21

Cuidado con la avaricia

Luk 12:13 Dijo a Jesús uno de la muchedumbre: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia».
Luk 12:14 Él le respondió: «Pero, hombre, ¿quién me ha constituido juez o partidor entre vosotros?».
Luk 12:15 Les dijo: «Mirad de guardaros de toda avaricia, porque, aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda».
Luk 12:16 Y les dijo una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras le dieron gran cosecha.
Luk 12:17 Comenzó él a pensar dentro de sí, diciendo: «¿Qué haré, pues no tengo donde encerrar mi cosecha?»
Luk 12:18 Y dijo: «Ya sé lo que voy a hacer: demoleré mis graneros y los haré más grandes, y almacenaré en ellos todo mi grano y mis bienes,
Luk 12:19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes almacenados para muchos años; descansa, come, regálate».
Luk 12:20 Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche te pedirán el alma, y lo que has acumulado, ¿para quién será?».
Luk 12:21 Así será el que atesora para sí y no es rico ante Dios.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Cuidado con la avaricia

Dios, Jesús, no era un juez o encargado de los asuntos administrativos,  sociales. Él mismo lo dijo: -Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros?” Y siguen muchos, queriéndole como un juez de vivos; pero Dios, Jesús, vino a cumplir la Ley de Dios, y juzgará, sí, pero después de morir.

¿Eres tú, avaro? Porque Dios, Jesús, nos pidió: “Guardaos de la avaricia.” La avaricia puede estar disfrazada en el consumismo: “¡todo mío!”

Hablemos de la avaricia, de esta codicia y avidez de riquezas. Algunos, ¡venden a sus propios padres, por su avaricia! Y muchos niegan la vida a sus propios hijos, por avaricia.

La codicia te lleva a desear y apetecer ansiosamente y en exceso, la posesión de bienes, riquezas, fama, dinero. Este pecado es el que va delante en el «ranking» de todos los pecados. No, no es la fornicación o el adulterio, el primero de los pecados actuales, sino que el ¡no va más! de los pecados de hoy, es la AVARICIA.

Dichosos los de puro corazón, ellos encontrarán a Dios.

No se puede servir a Dios y a las riquezas.

¿Para qué quieres tanto, para gastar más?

Necesitas ser amado-a, aceptado-a en el mundo, ¡ser alguien!, tener fama, aunque sea en tu pequeño pueblo, en tu barrio, entre tus hermanos de congregación o grupo católico. Sí, sí, ¡hablo también para ti, que eres católico!, que sin darte cuenta, estás siguiendo las directrices paganas: ¡tanto tienes, tanto vales!

Y ¡¡noooo!!, tú vales la Sangre de Cristo.

P. Jesús

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