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31 de enero de 2018

Miércoles 31 de Enero de 2.018

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 6, 1-6

Menospreciado en tu tierra

1Salió (Jesús) de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. 2Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿De dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es esta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros? 3¿No es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, y de José, y de Judas, y de Simón? Y sus hermanas, ¿no viven aquí entre nosotros? y se escandalizaban de Él. 4Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia. 5Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. 6Él se admiraba de su incredulidad. Recorría las aldeas del contorno enseñando.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Menospreciado en tu tierra

Lo llevas pensando hace tiempo: ¿por qué no entrar en el Seminario?… y te digo: ¿por qué no?, ¿quién te lo impide?…

No me vengas con que no eres digno, con que ya eres mayor, con que eres un gran pecador, con que…

Te lo digo: excusas, son excusas, porque tienes miedo al qué dirán, a que seas menospreciado en tu tierra, que te conocen, que saben de muchas cosas malas que has hecho. ¿Y qué?… repito, ¿y qué?…

Pero no vayas al Seminario por miedo a la vida, porque al buen sacerdote, ¡le hacen cada una en la vida!… Así que te lo digo, ser seminarista es para los que tienen vocación a la religión, para los que quieren vivir la fe y ayudar a otros a vivirla, a salvarse, a tener una mejor calidad de vida, la de la Gracia Santificante.

Tú, sí, tú, tú para seminarista. La Iglesia necesita de ti.

¡Vamos!, ¡arriba!… ¿qué es eso de ser tan pesimista?… Ah, ya sé, te han comentado que la Iglesia está muy mal… ¡Por eso necesita de ti!

No, no eres mayor, 50 años, ¿qué son, ante los 120 que puede vivir una persona?; bueno, bueno, tienes 53, ¡no pasa nada!

Y tú que tienes 26, o tú que tienes 18, ¿por qué no ser sacerdote?; eso te digo, ¿por qué no? Ya sé que eres pecador, ya sé que ni uno de vosotros es bueno, pero, a eso vamos, a que lo seas de ahora en adelante, a que tengas una visión distinta, la de la Gracia Santificante, ¡la de la alegría!, esa de saberte perdonado, porque Dios perdona SIEMPRE; ¡vete a confesar ante un sacerdote!, y verás lo que te va a pasar; te lo digo, ¡vas a ser feliz de verdad, de una vez por todas!, porque tendrás la consolación de Dios Espíritu Santo; y por la misma Gracia de Dios, serás feliz, tendrás alegría, allí donde antes había dolor; tendrás esperanza, allí donde antes había ignorancia.

¡Vamos, vamos!, tú, si realmente tienes vocación, tú, para el Seminario, serás ¡sacerdote santo! ¡Que nos haces falta, hombre de Dios!

Este mes, las meditaciones del Evangelio, pueden ser muy bien también para la vocación sacerdotal, para que los seminaristas reflexionen, que no todos sirven para sacerdotes; que se queden sólo los de fuerte y recia voluntad en no querer pecar, en mantenerse óptimos en la fe, en sentir un amor incondicional por sus semejantes. Mira, una señal muy clara para saber si tienes vocación sacerdotal, es esa, que ames a tus semejantes como a ti mismo, incluso a los malos, ¡pero que los ames de verdad!; si tienes prejuicios, pues no le vas a servir a Dios, al contrario, vas a sufrir tú y serás un mal sacerdote, porque los sacerdotes, como Jesús, salen al mundo a salvar almas, ¡no a hacer tertulias con los que se creen buenos!; los sacerdotes van a ayudar a todos a ser mejores, los buenos y los malos. Así, que si no estás dispuesto a ayudar a los malos, ¡no tienes vocación!; y te aviso, que los malos son muy malos, pueden incluso llegar a matarte, como le ocurrió a un sacerdote amigo mío, que entraron en la sacristía a robarle y lo apuñalaron. Así de malos son los que hay que convertir. ¿Estás dispuesto a sufrir?, entonces ve, ¡ve al Seminario!

Si no tienes vocación, no pasa nada, ¡Dios te necesita para otras cosas!, así que vive en Gracia de Dios, y verás que, a veces sin darte cuenta, te encontrarás con tu misión en la vida, y eso sí, siempre está unida ésta, al vivir en Gracia de Dios.

A vosotras, santas mujeres, no es para vosotras el seminario, ni es el sacerdocio; a vosotras está destinada una vocación muy santa, seas casada o soltera, religiosa o laica, a ti te espera cambiar el mundo entero, porque el hombre siempre se deja influir por la mujer que ama; así que ¡sé buena!, da buen ejemplo y ¡viste tu rostro de alegría!, la alegría de ser una buena y fiel hija de María, porque imitando a María, puedes hacer un mundo mejor, ¡tienes que hacerlo, hija mía, por el amor de Dios!

Y, andando, que hoy me he alargado mucho, y quería ser breve, pero os amo, ¡os amo tanto!, ¡¡Dios!!

Recemos juntos el Santo Rosario.

Dios nos necesita, así que nada de vacilaciones o dilataciones a una vida santa, a una vida de fe; ¡ahora!, ¡ya!, es el momento de cambiar de vida, ¡ahora!

Te quiero con inmensa alegría; y a ti también, padre de familia, o soltero, religioso o laico, a ti también, ¡venga, un abrazo bien sincero! ¡Somos Iglesia! Todos los bautizados, somos hijos de la misma Madre, María, y del mismo Padre, Dios. ¡Somos hermanos! ¡Qué alegría!

Soy feliz.

P. Jesús

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