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3 de marzo de 2015

 Martes 3 de Marzo de 2.015

Evangelio:

San Mateo 23, 1-12

Cumple la Ley de Dios

Mat 23:1 Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos,
Mat 23:2 diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.
Mat 23:3 Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen.
Mat 23:4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los otros, pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas.
Mat 23:5 Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos;»
Mat 23:6 gustan de los primeros asientos en los banquetes, y de las primeras sillas en las sinagogas,
Mat 23:7 y de los saludos en las plazas, y de ser llamados por los hombres “rabí.”
Mat 23:8 Pero vosotros no os hagáis llamar “rabí,” porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Mat 23:9 Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos.
Mat 23:10 Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo.
Mat 23:11 El más grande de vosotros sea vuestro servidor.
Mat 23:12 El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare será ensalzado.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Cumple la Ley de Dios

No se habla mucho de la Ley de Dios, se habla más de otras cosas, como el que hay que perdonar, y ¡hay que perdonar!, como el respeto a los demás, ¡y hay que respetar a todos, también a uno mismo!, y sobre todo hay que respetar la Palabra Sagrada de Dios, escrita en la Biblia; y su Palabra escribió los diez mandamientos de la Ley, ¡de su Ley!, la Ley de Dios, que hay que cumplir a rajatabla; esta es la alianza personal con Dios, tú cumples con los diez mandamientos, con todos ellos, y Él, Dios, por tu fe en Jesús y el cumplimiento de la Ley de Dios, te abre las puertas del Cielo.

Es un contrato, es un trato el que Dios nos da, y si tú lo aceptas, debes saber que debes cumplir tu parte, porque la suya, la de Dios, ya se cumplió; ya Jesús, el Hijo de Dios, murió en la Cruz, por ti, por cada uno, y abrió las puertas del Cielo, del Reino de Dios.

P. Jesús

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