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29 de abril de 2018

Domingo 29 de Abril de 2.018

Tiempo Pascual /5º  – Fiesta de Santa Catalina de Siena, Patrona de Europa

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 15, 1-8

Vas a ser limpiado

(Dijo Jesús a sus discípulos): 1Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. 2Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará, para que dé más fruto. 3Vosotros estáis ya limpios por la palabra que os he hablado; 4permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permaneciese en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. 6El que no permanece en mí, es echado fuera, como el sarmiento, y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan. 7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisiereis, y se os dará. 8En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Vas a ser limpiado

Dios te limpia y tú te ensucias.

Cuando sufres, Dios te limpia.

Dios te limpia permitiendo que la vida no te de lo que quieres. Y la vida no te da lo que quieres, usando de los que amas, permitiendo que sus imperfecciones, que sus fallos y pecados te hieran. Así es como Dios te limpia. ¡Y te duele!

Si no te doliera, no te limpiaría, porque la limpieza es la acción de quitar la suciedad.

¡Y, estás sucio!, ¡claro que estás sucio!, aunque te creas santo, y aunque vayas de santo, y aunque hagas algunas obras santas. ¡Estás sucio!

Y estás sucio porque en este mundo hay suciedad, que se pega por tan sólo el ambiente. Así que no me digas que no estás sucio, ¡que sí que lo estás!

Y lo estás, aunque estés al día de confesión, porque el polvo ambiental, cada día hay que quitarlo, se pega sí o sí. Aclaremos de una vez: ¡no eres Dios!, eres un pecador, ¡que te quede claro!

Ven hijo mío, hija mía, un abrazo.

P. Jesús

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