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25 de marzo de 2018

Domingo 25 de Marzo de 2.018

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor – Semana Santa

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 15, 1-39

“¿Eres tú, el Rey de los judíos?”

1En cuanto amaneció celebraron consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos y escribas, y todo el sanedrín, atando a Jesús, le llevaron y entregaron a Pilato. 2Le preguntó Pilato: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le respondió, diciendo: Tú lo has dicho. 3E insistentemente le acusaban los príncipes de los sacerdotes.
4Pilato de nuevo le interrogó, diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan. 5Pero Jesús ya no respondió nada, de manera que Pilato quedó maravillado. 6Por la fiesta solía soltárseles un preso, el que pedían. 7Había uno llamado Barrabás, encarcelado con sediciosos, que en una revuelta habían cometido un homicidio; 8y subiendo la muchedumbre, comenzó a pedir lo que solía otorgárseles. 9Pilato les preguntó diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? 10Pues conocía que por envidia se lo habían entregado los príncipes de los sacerdotes. 11Pero los príncipes de los sacerdotes excitaban a la turba para que les soltase a Barrabás.
12Pilato de nuevo preguntó, y dijo: ¿Qué queréis, pues, que haga de este que llamáis rey de los judíos? 13Ellos otra vez gritaron: ¡Crucifícale! Pero Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? 14Y ellos gritaron más fuerte: ¡Crucifícale! 15Pilato, queriendo dar satisfacción a la plebe, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle azotado, le entregó para que le crucificasen.
Después de la flagelación
16Los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la cohorte, 17y le vistieron una púrpura y le ciñeron una corona tejida de espinas, 18y comenzaron a saludarle: Salve, Rey de los judíos. 19Y le herían en la cabeza con una caña, y le escupían, e hincando la rodilla, le hacían reverencias.
La crucifixión
20Después de haberse burlado de Él, le quitaron la púrpura y le vistieron sus propios vestidos. Y le sacaron para crucificarle, 21y requisaron a un transeúnte, un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, el padre de Alejandro y Rufo, para que tomara la cruz. 22Le llevaron al lugar del Gólgota, que quiere decir lugar de la calavera, 23y le dieron vino mirrado, pero no lo tomó. 24Le crucificaron y se repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos, para saber lo que había de tomar cada uno. 25Era la hora de tercia cuando le crucificaron. 26El título de su causa estaba escrito: <<El Rey de los judíos>>. 27Crucificaron con Él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda, 28y se cumplió la escritura que dice: <<Fue contado entre los malhechores>>. 29Los transeúntes le injuriaban moviendo la cabeza y diciendo: ¡Ah! tú que destruías el templo de Dios y lo edificabas en tres días, 30sálvate bajando de la cruz. 31Igualmente los príncipes de los sacerdotes se mofaban entre sí con los escribas, diciendo: A otros salvó, a sí mismo no puede salvarse. 32¡El Mesías, el Rey de Israel! Baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos. Y los que estaban con Él crucificados le ultrajaban.
33Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre la tierra hasta la hora de nona. 34Y a la hora de nona gritó Jesús con voz fuerte: <<Eloí, Eloí, ¿lama sabachtaní?>> Que quiere decir: <<Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?>> 35Algunos de los presentes, oyéndole decían: Mirad, llama a Elías. 36Corrió uno, empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y se la dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
Muerte de Jesús
37Jesús, dando una voz fuerte, expiró. 38Y el velo del templo se partió en dos partes de arriba abajo. 39Viendo el centurión, que estaba frente a Él, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

“¿Eres tú, el Rey de los judíos?”

“Tú lo has dicho,” contestó Jesús, Dios, a la pregunta de Pilatos: “¿Eres tú, el Rey de los judíos?”

UN REY QUE NADIE QUISO

Hubo una vez en la Historia del mundo, en el año 33, en que el Amor de un Padre, Dios Padre, Creador del mundo entero, presenció desde el Cielo, la muerte de su Hijo, Dios mismo, para recuperar el orden con que Él, Dios, hizo y creó las cosas, entre ellas, al hombre, para amarlo y ser amado por Él.

En el año 30, Jesús, el Hijo de Dios y la Virgen María, mujer llena de Gracia y concebida sin el pecado original, por el poder y voluntad de Dios, Ella, la Madre de Dios, libremente aceptando su destino, cuando se le dijo, por el Arcángel, que concebiría un Hijo, Hijo de Dios, por el poder del Espíritu Santo, que la cubriría con su sombra. Este Hijo, de nombre Jesús, en el año 30, empezó a predicar a los judíos y a los gentiles, el Reino de los Cielos, el Amor del Padre, y cómo hay que hacer para salvarse, cargando sobre sí el castigo por los pecados de todos los hombres, y que los que creyesen en Él, en que es Dios Hijo, se salvarían.

Los judíos no creyeron en Él, en Jesús de Nazaret, en que era más que un Profeta, ¡es el mismo Dios en persona, que vino al mundo!

Estaba escrito por los profetas antiguos, que todo esto ocurriría, pero no entendían, no quisieron entender, el pueblo elegido de Dios desde el principio de los tiempos, y por esto, por la soberbia de los que se creen justos y sabios, Dios fue muerto, siendo el Rey, su Rey, Rey de los judíos. Así lo relata la historia de los hechos, escrita en los Evangelios.

Las cosas cambiaron, porque RESUCITÓ, pero esta historia la contaré otro día. Hoy recordemos la MUERTE DE UN REY, QUE NADIE QUISO QUE REINARA… pero reina, y reinó, en los corazones de los creyentes… ¡Ya os contaré, ya!… Hoy recordemos a Jesús, ¡El Rey!, muerto en la Cruz por tus pecados.

Sí, llora, llora.

P. Jesús

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