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24 de noviembre de 2016

Jueves 24 de Noviembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 21, 20-28

Levantad la cabeza

Luk 21:20 Dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando viereis a Jerusalén cercada por los ejércitos, entended que se aproxima su desolación.
Luk 21:21 Entonces los que estén en Judea huyan a los montes; los que estén en medio de la ciudad, retírense; quienes en los campos, no entren en ella,
Luk 21:22 porque días de venganza serán ésos para que se cumpla todo lo que está escrito.
Luk 21:23 ¡Ay entonces de las encintas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre la tierra y gran cólera contra este pueblo.
Luk 21:24 Caerán al filo de la espada y serán llevados cautivos entre todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de las naciones.
Luk 21:25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra perturbación de las naciones, aterradas por los bramidos del mar y la agitación de las olas,
Luk 21:26 exhalando los hombres sus almas por el terror y el ansia de lo que viene sobre la tierra, pues las columnas de los cielos se conmoverán.
Luk 21:27 Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y majestad grandes.
Luk 21:28 Cuando estas cosas comenzaren a suceder, cobrad ánimo y levantad vuestras cabezas, porque se acerca vuestra redención».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Levantad la cabeza

Amados de Dios, si tú has decidido libremente entrar en una congregación o grupo católico, para consagrarte como laico, que sepas que al entrar en casa ajena, deberás unirte a sus normas, y haces voto de obediencia, porque en cada casa hay una manera de vivir la comunidad, y esas normas, el consagrado hace voto de obedecerlas. Elije el lugar, la “casa”, en donde quieras vivir tu consagración, en caso de preferir libremente ser un consagrado de una misma comunidad. Y recuerda también, amado hijo, amada hija, que puedes consagrarte de tú a tú con Dios y vivir una vida de adulto, en la responsabilidad, toda tuya, de dejarte ayudar por Dios en tu santidad. La Iglesia Católica es Santa, y sólo por estar bautizado-a, ya tienes el sello impuesto, ¡eres de Dios!, por la Sangre del Cordero, del Mesías, de Dios Hijo Jesucristo, que te salva por Él mismo, unido a tu fe en tus obras de caridad. ¡No pierdas la esperanza!, te salvas por Dios, por tus obras de amor en su Amor. Y puedes salvarte al ser consagrado, siendo de un grupo católico, o yendo por libre, o sin consagrarte, porque sin consagrarte, también puedes salvarte, porque la salvación viene de Dios, de tu fe y oración, de cumplir los mandamientos y usar de los sacramentos. ¡Así de fácil y sencillo es ganarse el Cielo!, porque es un REGALO de Dios, por Cristo, en Cristo, de Cristo.

No te compliques la vida, levanta la cabeza; ¡ánimo!, ser santo no cuesta tanto, ser santo es un regalo de Dios a tu voluntad de corazón, de entregarle todo tu amor y las obras que haces y harás, por amarlo tanto.

¡Es fácil!, ¿ves?

¡Ánimo!, adelante con la fe. Nadie te la puede quitar, nadie te la puede robar, nadie la puede vivir por ti; ¡es tuya!; ¡haz con ella, obras de amor, de fe!

¡Ánimo amado hijo, hija de Dios!

Dios te ama, te consagres o no; te ama Dios, sencillamente porque Él, Dios, es Amor. Y te amaría aunque tú no le amases, aunque tú renunciases una y otra vez a su amor, porque el amor de Dios es Infinito y lo llena todo; y a ti te envuelve en las fragancias de su amor, el de amarte como eres, queriendo sólo darte su amor; si tú se lo aceptas, ¡mejor para ti! Y si tú decides consagrarte a Dios, vivir por Dios, amándolo sobre todas las cosas y personas, si te consagras a Él, entonces, además haces voto a lo que es tu deber, prometes libremente cumplirlo, vivirlo; esto es consagrarte, el que te comprometes libremente a cumplir con tu fe; se lo prometes a Dios, y este voto no se puede romper, porque es como darse en santo matrimonio, que es también un voto entre dos personas, que ante Dios, se prometen amarse, servirse y ayudarse, y cumplir con su deber de estado, para tener una vida de santo, santos, en la que todo se hace por amor a Dios, con el amor de Dios, para el amor de Dios. Consagrarse es contraer una unión indisoluble con Dios de Amor.

P. Jesús

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