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23 de octubre de 2016

Domingo 23 de Octubre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 18, 9-14

El publicano y el fariseo

Luk 18:9 Dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban mucho en sí mismos, teniéndose por justos, y despreciaban a los demás:
Luk 18:10 «Dos hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano.
Luk 18:11 El fariseo, en pie, oraba para sí de esta manera: «¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, adúlteros, injustos, ni como este publicano.
Luk 18:12 Ayuno dos veces en la semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo».
Luk 18:13 El publicano se quedó allá lejos, y ni se atrevía a levantar los ojos al cielo, y hería su pecho diciendo: «¡Oh Dios!, sé propicio a mí, pecador».
Luk 18:14 Os digo que bajó éste justificado a su casa, y no aquél. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El publicano y el fariseo

Ya Jesús, en su parábola que hoy tratamos, nos avisa de que algunos se confiaban en sí mismos, teniéndose por justos, y despreciaban a los demás. Eso, antes y ahora, está en el corazón de muchas personas, ese deseo de creerse diosote y hacer su voluntad, según las normas, incluso cristianas; se creen que, por seguirlas, por cumplirlas, más o menos, ya son perfectos; se hacen dios, y es la mayor prueba de que no lo son. Uno no puede seguirse a sí mismo, uno no puede seguir su voluntad, sino la voluntad y a la persona de Cristo, el Salvador. 

Cuando uno busca las fuerzas en sí mismo, se hace dios.

Cuando uno busca su perfección, y no el cumplimiento de la Ley de Dios; se hace dios.

Cuando uno cree que sus éxitos y sus fracasos, son gracias a él, se hace dios, porque los éxitos y los fracasos, son el plan de Dios a los habitantes del mundo. Todos formamos parte del Plan de salvación, y a veces, son nuestros éxitos, y a veces, son nuestros fracasos, ¡jamás nuestros pecados!; por eso, el fin no justifica, jamás, los medios que se utilizan, porque todo tiene que ser La voluntad de Dios, y, a veces, Dios permite nuestros fracasos, nuestra humillación, como permitió la muerte de sí mismo en la Cruz, para celebrar al cabo de tres días, su resurrección.

A veces, hay que «morir», hay que perder, para que ganen los planes de Dios.

Sigamos trabajando por y para ello. ¡Ánimo, valientes! ¡Coged la cruz y seguid a Jesús! María nos anima a vivir una vida santa, tanto sea en el éxito, como en el fracaso; lo importante, siempre es que Dios gane, y no los dioses de barro en nosotros.

P. Jesús

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