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20 de septiembre de 2016

Martes 20 de Septiembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 8, 19-21

Escuchar y cumplir

Luk 8:19 Vino su madre con sus hermanos, y no lograron acercarse a Jesús a causa de la muchedumbre,
Luk 8:20 y le comunicaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean verte».
Luk 8:21 Él contestó diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen en obra».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Escuchar y cumplir

Muchos escuchaban a Jesús. Eran tantos, que no podían acercarse a Él, ni su Madre ni sus hermanos.

Muchos leen la Sagrada Biblia y los Evangelios, muchos conocen a Jesús,

pero…

¿cuántos van al Cielo, directos?; ¿cuántos son santos?…

Leer la Palabra, rezar, recibir milagros de Dios, esto a todos llena de alegría, tanta, que acaparan a Jesús. Pero, a la hora de demostrar que son discípulos suyos, muchos le dejan en la Cruz. Pocos quieren ayudar a Dios, con su cruz, esa cruz que, ofrecida a Dios, salva a tantos que van perdidos por la vida, que ni conocen a Jesús, ni saben que Él, Dios, dio su vida por ellos, y los quiere salvar del Infierno.

La vida continúa después de morir, porque el cuerpo sólo es el vehículo que nos permite movernos y vivir en este hábitat del planeta Tierra, pero hay un lugar de dónde venimos, porque somos, existimos, tenemos vida, y todos sabemos que hay parejas que quieren tener hijos y no tienen, aun haciendo la acción de engendrar la vida, al unirse hombre y mujer, pero no quedan fecundos, y se preguntan, ¿Por qué otros pueden tener hijos, y nosotros no?; ellos son testimonios de que la vida la da Dios, y no la voluntad humana, sino la decisión Divina de dar vida. ¡Dios sabe lo que hace!, y todo es bueno para dar gloria a Dios. Como los enfermos eran curados para que se viera que Jesús era Dios y hacía milagros, el que haya padres que no pueden tener hijos, sirve para que se sepa que no es el hombre quien decide la vida, sino Dios. Matar, sí que puede el hombre, quitar la vida; muchos abortan, pero dar vida natural, del amor en la unión de dos esposos que se aman y se unen ambos en un sólo ser, de esta manera, sólo Dios decide. Y Dios siempre oye toda oración, y hace milagros aún hoy, y prueba a las personas, y ve su fe y quiere su amor, quiere que le amen sobre todas las cosas y personas, incluso sobre este hijo que desean, y que de momento no tienen, y que quizás no tengan nunca, pero antes que todo lo demás, está Dios, sobre todo y todos.

La vida en el planeta Tierra es, como máximo, de 120 años; luego, pasamos al plano espiritual, donde nos gozamos de lo que somos y no de lo que tuvimos en el mundo, sino de lo que somos individualmente, aparte de lo que tengamos o no, ahora que me lees. Las cosas, incluso el cuerpo, el cónyuge, los hijos, los padres, familiares, amigos, vecinos, conocidos, jefes, empleados, clientes, profesores, todo-s, nos sirven para demostrarnos quiénes somos, cómo somos, qué hacemos con lo que tenemos, sea con ese cuerpo que tenemos, sea con las cosas materiales o las personas con quienes nos relacionamos, pero de hecho, cada uno es uno, y se va a enfrentar al juicio particular que hace Cristo, Jesús, a la hora de nuestra muerte; y entonces, uno solo se muestra ante Dios como es, qué ha hecho con lo que es, quién es.

¿Quién eres tú?…

Medítalo, porque esto es lo importante para ti, saber quién eres tú, porque tu juicio se basará en esto, en las obras de tu haber, en las palabras que has dicho, en los pensamientos que has permitido. Tú, ¡eres libre!, usa de tu libertad para tu verdadera vida, que la eliges hoy, ahora. Si no estás satisfecho de ti, ¡reacciona! Dios te da una oportunidad cada segundo de tu vida, cada instante, para que le permitas amarte, para que permitas este acercamiento, esta comunión que quiere vivir contigo, y que lo recibes después de confesarte y al ir a comulgar, que es cuando os unís verdaderamente, auténticamente, físicamente, Dios contigo, si has dicho todos tus pecados al confesor, para entrar en la manera de vivir de Dios, en su Gracia, por su Gracia. ¡Dios te Ama tanto!, que se hizo hombre, respiró el aire del planeta Tierra, tuvo el cuerpo que se necesita para vivir en este planeta Tierra, y vino a buscarte para darte todo su Amor, el Amor de un Dios, Uno y Trino, el Amor que te llevará a la vida real, a la vida del Cielo. ¡Arrepiéntete de tus pecados!, confiésalos ante un sacerdote católico y ve a recibir la comunión, y gana indulgencias; te aseguro, y es de fe, que eso te lleva al Cielo Eterno, y que es la única manera de ir, la de la fe, la de cumplir con los mandamientos y recibir los sacramentos, la de orar, rezar, sufrir por otros que no aceptan a Dios, o lo aceptan mal, porque no están aún bien informados, y necesitan de tu vida de buen ejemplo, de tu oración, de tu PERDÓN, para que se informen, para que aprendan, para que sepan la Verdad, conozcan el Camino, y tengan Vida en Jesús, el Hijo de Dios.

Acepta el reto.

Dios necesita de ti, ¿piensas ayudarle a salvarte, y contigo, salvar a otros?; ¡di que sí!

Gracias Dios mío, por el sí de mi amigo-a.

Dios te bendiga, hijo-a de la fe. Propaga el Evangelio, con tu vida. ¡Dios confía en ti! No le falles. Arrepiéntete y empieza otra vez.

P. Jesús

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