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20 de marzo de 2016

Domingo 20 de Marzo de 2.016

Evangelio:

San Lucas 23, 1-49

La Pasión de Cristo

El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados
Luk 23:1 se levantaron todos, y llevaron a Jesús a Pilato,
Luk 23:2 y comenzaron a acusarle, diciendo: «Hemos encontrado a éste pervirtiendo a nuestro pueblo; prohíbe pagar tributo al César y dice ser Él el Mesías rey».
Luk 23:3 Pilato preguntó a Jesús, diciendo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Él respondió y dijo: «Tú lo dices».
Luk 23:4 Pilato dijo a los príncipes de los sacerdotes y a la muchedumbre: «Ningún delito hallo en este hombre».
Luk 23:5 Pero ellos insistían, diciendo: «Subleva al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí».
Luk 23:6 Oyendo esto Pilato, preguntó si aquel hombre era galileo,
Luk 23:7 y, enterado de que era de la jurisdicción de Herodes, le envió a éste, que estaba también en Jerusalén por aquellos días.
Luk 23:8 Viendo Herodes a Jesús, se alegró mucho, pues desde hacía bastante tiempo deseaba verle, porque había oído hablar de Él y esperaba ver de Él alguna señal.
Luk 23:9 Le hizo bastantes preguntas, pero Él no le contestó nada.
Luk 23:10 Estaban presentes los príncipes de los sacerdotes y los escribas, que insistentemente le acusaban.
Luk 23:11 Herodes con su escolta le despreció, y por burla le vistió una vestidura blanca y se lo devolvió a Pilato.
Luk 23:12 En aquel día se hicieron amigos uno del otro, Herodes y Pilato, pues antes eran enemigos.
Luk 23:13 Pilato, convocando a los príncipes de los sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo:
Luk 23:14 «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, y, habiéndole interrogado yo ante vosotros, no hallé en él delito alguno de los que alegáis contra él.
Luk 23:15 Y ni aun Herodes, pues nos lo ha vuelto a enviar. Nada, pues, ha hecho digno de muerte.
Luk 23:16 Le castigaré y le soltaré».
Luk 23:17 Tenía que soltarles uno por la fiesta.
Luk 23:18 Pero todos a una comenzaron a gritar, diciendo: «Quítale y suéltanos a Barrabás»,
Luk 23:19 el cual había sido encarcelado por un motín ocurrido en la ciudad y por homicidio.
Luk 23:20 De nuevo Pilato se dirigió a ellos, queriendo librar a Jesús.
Luk 23:21 Pero ellos gritaban diciendo: «Crucifícale, crucifícale».
Luk 23:22 Por tercera vez les dijo: «¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en Él nada digno de muerte; le castigaré y le soltaré».
Luk 23:23 Pero ellos a grandes voces instaban pidiendo que fuese crucificado, y sus voces prevalecieron.
Luk 23:24 Decidió, pues, Pilato, acceder a su petición.
Luk 23:25 Soltó al que por motín y homicidio había sido puesto en la cárcel, según le pedían, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Luk 23:26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
Luk 23:27 Le seguía una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres, que se herían y lamentaban por Él.
Luk 23:28 Vuelto a ellas Jesús, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos,
Luk 23:29 porque días vendrán en que se dirá: «Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no amamantaron».
Luk 23:30 Entonces dirán a los montes: «Caed sobre nosotros», y a los collados: «Ocultadnos»,
Luk 23:31 porque, si esto se hace en el leño verde, en el seco, ¿qué será?».
Luk 23:32 Con Él llevaban otros dos malhechores para ser ejecutados.
Luk 23:33 Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Luk 23:34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben qué hacen». Dividiendo sus vestidos, echaron suerte sobre ellos.
Luk 23:35 El pueblo estaba allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban, diciendo: «A otros salvó; sálvese a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido».
Luk 23:36 Y le escarnecían también los soldados, que se acercaban a Él ofreciéndole vinagre
Luk 23:37 y diciendo: «Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Luk 23:38 Había también una inscripción sobre Él: “Este es el Rey de los judíos”.
Luk 23:39 Uno de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros».
Luk 23:40 Pero el otro, tomando la palabra, le reprendía, diciendo: «¿Ni tú, que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios?
Luk 23:41 En nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo de nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho».
Luk 23:42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino».
Luk 23:43 Él le dijo: «En verdad te digo, hoy serás conmigo en el paraíso».
Luk 23:44 Era ya como el mediodía, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta las tres de la tarde,
Luk 23:45 obscurecióse el sol, y el velo del templo se rasgó por medio.
Luk 23:46 Jesús, dando una gran voz, dijo: «Padre, en tus manos entrego mi espíritu»; y diciendo esto, expiró.
Luk 23:47 Viéndolo el centurión, glorificó a Dios diciendo: «Verdaderamente este hombre era justo».
Luk 23:48 Toda la muchedumbre que había asistido a aquel espectáculo, viendo lo sucedido, se volvía hiriéndose el pecho.
Luk 23:49 Todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido de Galilea estaban a distancia y contemplaban todo esto.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La Pasión de Cristo

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Hasta que no salga también de tu corazón esta oración elevada a Dios, déjame decírtelo y no te enfades, no has entendido nada del Amor Verdadero, el Amor de Dios.

Hasta que, del corazón, no salgan estas palabras de él para Dios, tú, tú eres por los que pronunció Dios estas mismas palabras para ti, porque no sabes lo que haces, en no saber que los demás no saben lo que hacen, y por lo cual, no los perdonas ni pides perdón por ellos. Si tantas almas van al Infierno Eterno, déjame decírtelo claramente, es también por tu culpa, porque no sabes pedir a Dios en tu oración, salida del corazón: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Y te diré más, ¡vas de dios!

P. Jesús

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