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18 de agosto de 2016

Jueves 18 de Agosto de 2.016

Evangelio:

San Mateo 22, 1-5.8-14

Las bodas están preparadas

Mat 22:1 Tomó Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas, diciendo:
Mat 22:2 «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que preparó el banquete de bodas de su hijo.
Mat 22:3 Envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos no quisieron venir.
Mat 22:4 De nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: «Decid a los invitados: Mi comida está preparada; los becerros y cebones, muertos; todo está pronto; venid a las bodas».
Mat 22:5 Pero ellos, desdeñosos, se fueron, quién a su campo, quién a su negocio.
Mat 22:8 Después dijo a sus siervos: «El banquete está dispuesto, pero los invitados no eran dignos.
Mat 22:9 Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis llamadlos a las bodas».
Mat 22:10 Salieron a los caminos los siervos y reunieron a cuantos encontraron, buenos y malos, y la sala de bodas quedó llena de convidados.
Mat 22:11 Entrando el rey para ver a los que estaban a la mesa, vio allí a un hombre que no llevaba traje de boda,
Mat 22:12 y le dijo: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?». Él enmudeció.
Mat 22:13 Entonces el rey dijo a sus ministros: «Atadle de pies y manos y arrojadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes».
Mat 22:14 Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Las bodas están preparadas

Todo está a punto, has decidido contraer matrimonio; te casas, pero los hijos no llegan; temes que tú o tu cónyuge, o los dos, no podáis dar vida a un hijo de vuestro amor, y estás desanimado, a veces desesperado, y otras, tienes envidia de los que, pudiendo ser padres, van diciendo que no quieren; algunos dicen, “de momento”; y en cambio, a ti, a ti, te ha tocado vivir este suplicio, cada mes, estando pendiente de la buena noticia de que te llamarán “papá”, “mamá”. ¡Cuán pesada es tu cruz!

La boda también llegó para ti, y después de la misma, ha llegado ¡toda una gran familia en hijos!; estás agobiado-a, no sabes qué hacer, ¡son tantos! Lo pasas tan mal para llegar a fin de mes. No puedes darte ningún lujo, no puedes permitirte casi ni lo lícito, ¡son tantos los hijos! ¡Lloras por lo pesado de tu cruz!, no puedes hacer nada más de lo que ya haces, pero quisieras no estar tan agobiado-a por la falta de lo necesario, incluso, a veces.

El matrimonio es la felicidad en el amor, no en el dinero, sino en el amor entre los esposos.

Hay Boda, te invitan a ir a la Boda, pero, estás muy ocupado con tu cruz; la Boda es ir a la Santa Misa, a recibir la Eucaristía, a codearte con Dios Hijo, con el Hijo de Dios, pero sufres tanto, estás tan ocupado en tus cosas, que no escuchas a los criados del Novio que te invitan, estos sacerdotes, buenos y fieles, que desean que, yendo a la Boda, seas feliz en tus cosas.

Uno va, entra, sin haberse cambiado el vestido, y es arrojado fuera, porque la mentalidad de acoplar la fe con el mundanismo, el que uno ya se confiesa directamente con Dios, y que ya le va bien el vestido que lleva, lo hace indigno de sentarse a la Mesa de Bodas, donde el Esposo le dice a la Esposa, a la Iglesia fundada por Cristo, la Católica, Apostólica y Romana: “Amada serás por siempre jamás, aunque no vengan los invitados a la boda, o los que se presenten no lleven el vestido nuevo; tú, Iglesia Católica, eres Esposa Mía para siempre, porque me complazco en tus Santos, me plazco en los niños y en las buenas mujeres, y en los apóstoles y los discípulos que el Padre me da, para que todos ellos vengan a la Eternidad Celestial!

¡Boda! ¡Hay Boda! ¿Vienes a la Boda?

¿Que tienes otro compromiso?

¿Que debes llorar por tus hijos?

¿Que no has tenido ni tiempo ni dinero para comprarte un vestido nuevo? Pero, ¡si es Gratis!; gratis es todo lo que es de Dios. Su sello legal es el SERVICIO gratuito, por el hecho de servir, de imitar a Cristo.

¡Vamos a la Boda, amigo-a!

P. Jesús

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