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17 de septiembre de 2016

Sábado 17 de Septiembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 8, 4-15

La parábola del sembrador

Luk 8:4 Reunida una gran muchedumbre de los que venían a Jesús de cada ciudad, dijo en parábola:
Luk 8:5 «Salió un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte cayó junto al camino, y fue pisada, y las aves del cielo la comieron.
Luk 8:6 Otra cayó sobre la peña, y, nacida, se secó por falta de humedad.
Luk 8:7 Y otra cayó en medio de espinas, y, brotando juntamente las espinas, la ahogaron.
Luk 8:8 Otra cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo». Dicho esto, clamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Luk 8:9 Preguntábanle sus discípulos qué significase aquella parábola,
Luk 8:10 y Él contestó: «A vosotros ha sido dado conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera que viendo no vean y oyendo no entiendan.
Luk 8:11 He aquí la parábola: La semilla es la palabra de Dios.
Luk 8:12 Los que están a lo largo del camino son los que oyen, pero en seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra para que no crean y se salven.
Luk 8:13 Los que están sobre peña son los que, cuando oyen, reciben con alegría la palabra, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero al tiempo de la tentación sucumben.
Luk 8:14 Lo que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.
Luk 8:15 Lo caído en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La parábola del sembrador

Dios siembra la Verdad, Dios se reveló al hombre, y los profetas contaron la Verdad de Dios, recibida en Revelación Divina, y el hombre que cree, se salva, y el que no cree, no se salva, se va al Infierno, porque la salvación proviene del Amor de Dios, para ir a vivir eternamente en el mismo Amor de Dios, el Cielo Eterno; pero el demonio está empeñado en llevar a muchos a su lado, donde no está Dios, en la soledad de la perdición. Y Satanás tienta al hombre, le pone toda clase de trampas y tiene astucia para saber usarlas, y las personas caen por su falta de constancia en la fe, por ignorancia de la fe, por falta de amor verdadero. Lo primero que hace Satanás, es hacerte creer que nadie te quiere, que estás solo y que no necesitas de nadie, que eres mejor que los demás y que puedes vivir tu vida a tu manera, usando de todo y todos, y dejándote usar, si sacas algo de ello. Os he resumido la estrategia del maligno; y otra cosa que hace, es que tengas manías a los buenos, a los que siendo buenos, por ser humanos, tienen sus cosas y hacen las cosas a su manera, que es distinta de la tuya, y aunque en estas cosas que hace no hay nada malo, sino otra opción de hacerlas, el demonio te hace tenerle manía, rencor, odio incluso, para que apartándote de esta persona buena, dentro de lo que cabe, porque nadie es totalmente bueno, sólo Dios, te sientas solo, y en tu soledad lo busques para compartir el mal que hay en el mundo. Y al primero que hace que le tengas manía, es a Dios, y por eso empiezas a cuestionarte la vida: “¿Si Dios fuera Dios, por qué permite esto?, ¿Por qué no me da lo otro?”. Y este es el principio de ir de dios, el creer que tú harías mejor de dios, que Dios mismo. Cuando Satanás consigue que pienses en términos de Dios, ¡ya estás perdido!, ya dejas de obedecer la Ley de Dios, y haces tu propia ley, según tus criterios o el dios de turno, que te perturba la mente con sus ideas, que las promueve con palabras que no suenan mal y que parece que están llenas de solidaridad, hermandad y buenos sentimientos para el prójimo, y sobre todo, visto todo desde tus propios intereses; y caes, caes, y ya no obedeces a las leyes naturales ni a la ley de Dios, y entonces empieza a irte todo de mal en peor, y queriendo arreglarlo “siendo tú mismo”, sin mortificarte, sin perdonar a nadie, vas y empiezas a imponer tu ley, la ley de la filosofía barata de la autoestima, ya que nadie te estima, porque no haces el bien siempre; y necesitando amor, te autoestimas y te haces dios en tu propia soledad, dentro de una comunidad de dioses, endiosados cada uno en su reinado, el reinado de su cuerpo y sus intereses creados, según su personalidad y las carencias que más tiene necesidad de hallar recompensa. Por eso vemos que muchos se dan al sexo, por la misma falta de afecto, porque no es siempre bueno y no da siempre el bien, ni lo intenta, y por eso, esa falta de afecto le lleva a disfrutar de su cuerpo, ya sea solo-a, o en comunidad o pareja; y por momentos, los dioses se mezclan y se dan lo de la tierra, placeres terrenales, a los que jamás, ¡jamás! se les une el alma; y el corazón está allí, acompañando al cuerpo, para dar sensación de afecto, afecto que una vez pasados los momentos de placer, ¿dónde está este afecto, este cariño, este “amor”?; no está, porque el amor está en el alma, en el alma de la persona, que al morir, va a ir esta alma a Dios o a Satanás; según en quien haya puesto su fe y las obras de la misma, se unirá su alma inmortal. Por eso, es una tontería decir, cuando una persona muere, que está en el Cielo, si en la tierra jamás ha vivido con Dios, porque uno va donde tiene su amor, y si su amor está en sí mismo, se va a sí mismo, a la soledad de sí mismo en el Infierno, donde no está Dios, sino que allí vive el Tentador, el que ha logrado inducirte a apartarte de Dios, del Amor Verdadero. Por eso, Dios pidió que fuéramos por el mundo a propagar el Evangelio, hasta que Él vuelva, hasta que venga a juzgar al mundo. Y debemos hacerlo, oh hermanos, debemos propagar el Evangelio de la fe, para que todos los que recibimos las tentaciones del maligno, tengamos certeza de la Verdad y luchemos para recibir el amor Verdadero, el Amor de Dios.

¡Dios te Ama!

P. Jesús

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