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16 de octubre de 2016

Domingo 16 de Octubre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 18, 1-8

Parábola del juez inicuo

Luk 18:1 Les dijo Jesús a los discípulos una parábola para mostrar que es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer,
Luk 18:2 diciendo: «Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
Luk 18:3 Había asimismo en aquella ciudad una viuda que vino a él diciendo: «Hazme justicia contra mi adversario».
Luk 18:4 Por mucho tiempo no le hizo caso; pero luego se dijo para sí: «Aunque, a la verdad, yo no tengo temor de Dios ni respeto a los hombres,
Luk 18:5 mas, porque esta viuda me está molestando, le haré justicia, para que no acabe por molerme».
Luk 18:6 Dijo el Señor: «Oíd lo que dice este juez inicuo.
Luk 18:7 ¿Y Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, aun cuando los haga esperar?
Luk 18:8 Os digo que hará justicia prontamente. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Parábola del juez inicuo

¿Ya rezas tú?, pero ¿cuánto rezas, y cómo rezas?… dime…

Tienes miedo, dices que tienes miedo, que crees en Dios pero no confías que su voluntad esté de acuerdo con tu oración.

… Pero, vamos a ver, ¿es que lo que pides, es malo?; dices que no.

¿Lo que le pides a Dios, no lo apoyas con tus obras de fe?… Aaaahhh… eso es; ¡es eso!

Claro, si pides trabajo, y te pasas el día delante del ordenador o el televisor, la verdad, no es muy coherente tu oración con lo que haces.

Y tú, me dices que pides salud, y estás lleno de rencor, de odio, de deseos de venganza y ganas de morirte. Eso, tampoco es que tu oración esté en equilibrio con tu sentir. Empieza por pedir que Dios te cure del odio, del rencor, de tus deseos de venganza y ganas de morirte; pide que Dios te limpie el corazón, e insiste en ello, continúa pidiendo por ello, mientras también vas pidiendo por tu salud, y ponte a bien con Dios, ve a confesarte, porque hay que estar a bien con el juez, ya que es quien sentencia los milagros de la fe.

Y tú, amigo-a, que quieres trabajo, piensa en cuál, y prepárate para desarrollarlo bien, y reza también por eso, para que tengas buenas aptitudes para el trabajo que te dé Dios, en pago de la perseverancia de las obras y oraciones de tu fe.

Y, también te pido, que tú que buscas el amor verdadero, no te vendas por sexo, por deseos de concupiscencia, de tener amor, sino que, resistiendo en las malas tentaciones, afiances tu pureza a la castidad en que vivas, y rogando a Dios, te de fuerzas para no caer en mala tentación, perseveres también en la oración de que Dios te haga encontrar a tu futuro cónyuge, con el que ser feliz en la tierra, y te ayude a ganarte el Cielo.

Y tú, ¿qué pides?… ¡Por Dios!, dices que ni pides, porque no sabes qué pedir, porque todo te da igual, porque tienes miedo de vivir, ya que todo lo que has vivido, está lleno de errores, de pecados y sinsabores. Pues déjame decírtelo bien claro y alto,  ¡pide!, pide, pide… porque Dios es este juez que te sentencia a lo que has pedido, te lo concede o te hace esperar, pero es que si no pides, no pasará. Tú, pide; pide trabajo, pide salud y pide amor, y pide fe para pedir más y mejor.

P. Jesús

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