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14 de octubre de 2016

Viernes 14 de Octubre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 12, 1-7

“A vosotros, amigos míos”

Luk 12:1 Entre tanto, se fue juntando la muchedumbre por millares, hasta el punto de pisarse unos a otros, y comenzó Jesús a decir a sus discípulos: «Ante todo guardaos del fermento de los fariseos, que es la hipocresía,
Luk 12:2 pues nada hay oculto que no haya de descubrirse, y nada escondido que no llegue a saberse.
Luk 12:3 Por esto, todo lo que decís en las tinieblas será oído en la luz, y lo que habláis al oído en vuestros aposentos será pregonado desde los terrados.
Luk 12:4 A vosotros, mis amigos, os digo: No temáis a los que matan el cuerpo y después de esto no tienen ya más que hacer.
Luk 12:5 Yo os mostraré a quién habéis de temer; temed al que, después de haber dado la muerte, tiene poder para echar en la gehenna. Sí, yo os digo que temáis a ése.
Luk 12:6 ¿No se venden cinco pájaros por dos ases? Y sin embargo, ni uno de ellos está en olvido ante Dios.
Luk 12:7 Aun hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados todos. No temáis; vosotros valéis más que muchos pájaros».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

“A vosotros, amigos míos”

El religioso es un amigo de Dios. Tú, religioso, religiosa, eres un amigo de Dios, y tu destino es el Cielo Eterno. ¡Tú no puedes temer a la muerte!, porque la muerte, para ti, tiene un destino Celestial: el Reino de Dios. Allí, en las Moradas del Padre, hay un lugar para ti, donde vivirás las delicias eternas de la fidelidad que le has entregado a Dios en esta tierra.

Aquí, vas a sufrir. Te lo repito, pero con afecto, el afecto de compartir el mismo sufrimiento, el de los hipócritas. Sí, aquí vas a sufrir. Sé que lo sabes, sé que lo vives; déjame abrazarte a ti, amigo, amiga, unidos a la Cruz.

Con Jesús hay alegrías y penas, pero la esperanza es bien cierta. Dios te llama “amigo”, y te dice que no tengas miedo.

Todo sufrimiento humano es soportable, puede soportarse, y cuando no se puede más, se muere. Así es la vida, se muere con dolor.

Tú, no hagas sufrir a nadie, porque cuando alguien sufre, se va muriendo. Tú, sé como Jesús, ¡sé bueno!, y ayuda a los que sufren; ¡consuélalos!, y así vivirán, porque con el consuelo, desaparece el dolor y llega la esperanza que da la bienvenida a la fe, y trae consigo las obras de caridad.

No todos son malos, y hasta los malos necesitan de un vaso de agua, de vez en cuando, para seguir soportando su maldad, para seguir sobrellevando su dolor, el de ser malos, porque la maldad es una desviación del hombre, es un pecado, es algo que no es lo natural en él; lo natural en ti, es la bondad; la maldad es una enfermedad que lleva a la muerte, y muerte en el Infierno.

El religioso consuela y alivia a los buenos, y da esperanza con las obras de su fe.

Faltan personas buenas que no teman a los malos ni a la maldad, personas que amen a Dios sobre todas las cosas, y a sus semejantes como a sí mismos, porque los malos están enfermos y van a ir al Infierno. Es lo que la doctrina católica enseña, ya a los niños: Dios castiga a los malos y premia a los buenos. ¡Es de fe!

P. Jesús

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