Saltar al contenido

13 de noviembre de 2016

Domingo 13 de Noviembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 21, 5-19

El Templo de Jerusalén

Luk 21:5 Hablando algunos del templo, que estaba edificado con hermosas piedras y adornado de exvotos, dijo Jesús:
Luk 21:6 «De todo esto que veis, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruido».
Luk 21:7 Le preguntaron diciendo: «Maestro, ¿y cuándo sucederá y cuál es la señal de que estas cosas comiencen a suceder?».
Luk 21:8 Él les dijo: «Mirad que no os dejéis engañar, porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Soy yo” y “El tiempo está cerca.” No los sigáis.
Luk 21:9 Cuando oyereis hablar de guerras y revueltas, no os aterréis; porque es preciso que sucedan estas cosas primero, pero no vendrá luego el fin».
Luk 21:10 Entonces les decía: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino,
Luk 21:11 habrá grandes terremotos, y en diversos lugares, hambres, pestes, espantos y grandes señales del cielo.
Luk 21:12 Pero antes de todas estas cosas pondrán sobre vosotros las manos y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y metiéndoos en prisión, conduciéndoos ante los reyes y gobernadores por amor de mi nombre.
Luk 21:13 Será para vosotros ocasión de dar testimonio.
Luk 21:14 Haced propósito de no preocuparos de vuestra defensa,
Luk 21:15 porque yo os daré un lenguaje y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.
Luk 21:16 Seréis entregados aun por los padres, por los hermanos, por los parientes y por los amigos, y harán morir a muchos de vosotros,
Luk 21:17 y seréis aborrecidos de todos a causa de mi nombre.
Luk 21:18 Pero no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza.
Luk 21:19 Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El Templo de Jerusalén

Maravilloso era para los judíos el Templo de Jerusalén, y todo y así, amándolo tanto Dios, Jesús, dijo que vendría el tiempo en que no quedaría piedra sobre piedra…

Porque la fe se tambalea, pocos se mantienen unidos a Dios Creador, a Dios Salvador, Redentor, a Dios Uno y Trino, al Dios de Abraham, al Padre de Jesús de Nazaret, el Mesías, ¡Cristo Rey!, el Verbo que habló obedeciendo al Padre; y todo es por Él, tú también.

Tiempos difíciles son estos, donde tantas filosofías, religiones y charlatanes, hablan de lo que no saben, pero los demás los escuchan y pervierten su ser, su cuerpo, abandonando a la deriva su alma, que sufre desgarros de dolor, por perder la Herencia, por nublar la conciencia, por abandonar a Dios.

El Templo de Jerusalén, donde se reunían los que decían amar a Dios, y le tuvieron y le hicieron crucificar; pudieron amar a Dios en la vida, amando a Jesús, que es Dios, hijo del Padre y de la joven virgen judía, María, pero, ¿¡qué esperaban de Dios!? ¿¡Guerra!?…

Y Dios, Jesús, les dio misericordia, curaciones, aliviar el dolor y las penas. Jesús enjugó todas las lágrimas; y todos los que quisieron, sintieron la frondosidad y generosidad de su Amor. ¡Era Dios!, ¡¡es Dios!!

Jerusalén, oh bendita tú, que en tu Templo, Dios predicó la Palabra, Jesús caminó por tus piedras y dejó el eco de su voz en ellas. Mayor regalo que la presencia de Dios hecho hombre, no hay. Por eso, tú ve a comulgar y recibirás la presencia de Jesús vivo dentro de ti, y su Divinidad y Humanidad se unirán a toda tu persona, y tu vida cambiará, porque el que tiene fe, con Dios, puede mover montañas.

¡Manos a la obra!

P. Jesús

© copyright