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10 de julio de 2017

Lunes 10 de Julio de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 9, 18-26

Tu fe te ha salvado

Mat 9:18 Mientras hablaba Jesús, llegó un jefe, y, acercándosele, se postró ante Él, diciendo: «Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá».
Mat 9:19 Y, levantándose Jesús, le siguió con sus discípulos.
Mat 9:20 Entonces una mujer que padecía flujo de sangre hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del vestido,
Mat 9:21 diciendo para sí misma: «Con sólo que toque su vestido seré sana».
Mat 9:22 Jesús se volvió y, viéndola, dijo: «Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado». Y quedó sana la mujer en aquel momento.
Mat 9:23 Cuando llegó Jesús a la casa del jefe, viendo a los flautistas y a la muchedumbre de plañideras,
Mat 9:24 dijo: «Retiraos, que la niña no está muerta: duerme». Y se reían de Él.
Mat 9:25 Una vez que la muchedumbre fue echada fuera, entró Él, tomó de la mano a la niña y ésta se levantó.
Mat 9:26 La nueva se divulgó por toda aquella tierra.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Tu fe te ha salvado

La mujer que se acercó a Jesús, a Dios, se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»

Esta mujer no habló con sus amigas, ni con su director espiritual, ni con nadie, ella habló para sí, para ir en busca del milagro de Dios, de Jesús. Tú, que tienes necesidad de la ayuda de Jesús, de Dios, decide por ti solo-a que vas a acudir a Jesús, que vas a rezar para que te conceda lo que necesitas, ¡sea lo que sea! Haz como la mujer que recibió de Dios, de Jesús, su sanación, porque así lo decidió en su corazón: CONFIAR EN DIOS.

Algunos se pierden, al contar sus proyectos de santidad a otros, que también creen en Dios, en Jesús.

La vida espiritual, la fe, viene de Dios; Dios la da, ¡no la gradúes!; no dejes que las prácticas de piedad instituídas por tus amigas, por tu confesor o guía espiritual, te lleven a no decirte para ti: “Con sólo ir a comulgar, Dios me ayudará”. No confíes, no te fíes sólo de las santas plegarias de la Iglesia peregrina, ni de asistir a la Santa Misa; tú, ve a Cristo, acércate a Él y cómele en la Comunión; dite como la mujer se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» ¡Deja que tu lengua le toque, que entre en ti TODO ÉL, Jesús de Nazaret; y unidos en santa unión, PÍDELE todo lo que necesites de Él. ¡Sé audaz!; no hace falta que otros te den permiso por lo que tienes que tratar con Dios mismo. Es tu relación con Dios, lo que te salva, ¡la fe!, las obras de esta fe tuya, que hacen que te digas para ti mismo-a: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»

Toca a Jesús, ¡vive la Comunión con Dios!

Y… y pídele. ¡Pide! ¡Por Dios! ¡¡Pide a Jesús!!

P. Jesús

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