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10 de agosto de 2016

Miércoles 10 de Agosto de 2.016

Evangelio:

San Juan 12, 24-26

“Allí estará también mi servidor”

Joh 12:24 Dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero, si muere, llevará mucho fruto.
Joh 12:25 El que ama su alma, la pierde; pero el que aborrece su alma en este mundo, la guardará para la vida eterna.
Joh 12:26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor; si alguno me sirve, mi Padre le honrará».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

“Allí estará también mi servidor”

Si tú vives según las leyes del mundo y olvidándote de cumplir la Ley de Dios, entonces es que estás en manos de la naturaleza y, como hemos dicho estos días, y has comprendido perfectamente, la naturaleza está mal, por el pecado de los hombres. Y esto sólo se puede parar con la virtud; y la virtud del hombre, la tuya, ¿dónde hallarla? ¿Recuerdas que cuando la mujer que padecía flujos de sangre, tocó a Jesús, Él, Jesús, Dios, dijo que había notado que salía virtud de Él? Entonces vemos que es Dios, Jesús, el único que nos puede dar la virtud que necesitamos para cerrar todas nuestras crisis, para ser lo que Dios pretendía que fuéramos al crearnos, pero al no serlo nuestros primeros padres, Adán y Eva, pecaron, tentados por Satanás, y vino Dios al mundo en el cuerpo de Jesús, Hijo de Dios y de la humana y Plena de Gracia, María Virgen, Inmaculada Concebida, y ¡Dios se hizo hombre! Repito, para nuestra felicidad al leerlo, ¡¡Dios se hizo hombre en Jesús!! Dios es  hombre, se puso al nivel de los hombres, como tu, como ese al que no quieres perdonar, como el otro al que le tienes celos y envidia, y has calumniado y juzgado. Dios es uno de los nuestros, hermano, y sigue vivo en Cuerpo y Alma, cuando un santo sacerdote consagra la Hostia. ¡¡Ve!! ¡¡Corre!! Ve en busca de tu virtud para acabar con el miedo y ayudarte en tus crisis, también la económica; porque si podemos, por la fe, decirle a un monte que se cambie de lugar, imagínate lo que podemos hacer con la fe; también podemos, en el nombre de Jesús, ¡tántas cosas!

Pero… ¿Ya te has confesado?, ¿y confesado bien?, pero bien, eh.

¡Ven, ven! Vamos tú y yo para el confesonario.

Sí… otra vez… ¿No quieres la ayuda de Dios?, ¿no quieres tener virtudes?, entonces, ¡para el confesonario! ¡Vamos amigo, cantando un avemaría! Que llevas tiempo leyéndome y necesitas “refrescar” la voz. ¡Cantemos!

P. Jesús

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